martes, 4 de mayo de 2010

De nuevo MARZAL

SIN DESPEDIDA

Este yo que perora es quien más puede,

de entre mis ignorantes,

modular en canción su pensamiento.

Es el más sabio,

por más agradecido y por más justo.

El que sabe que sabe,

porque ha sido feliz sin más propósito,

con talento de incauto irreflexivo,

con actitud de huésped temerario.


Desde la cima de esta edad, quien reza

en mí con esperanza sin objeto

quiere elevar su adiós.

Quiere ofrecer su despedida al aire,

y que esa gratitud remonte el vuelo,

como un ave extasiada allá en sus nubes.


Antes de que claudique la conciencia,

antes de que el azar

borre la inspiración de los sentidos,

y tuerza en pesadumbre

su fanático rumbo de esperanzas,

ojalá que el ardor de este aleluya

pueda pagar en júbilo su deuda.

Ojalá concurramos

por distintos caminos al festejo:

la vida y el vivir son nuestro hechizo,

el vivir y la vida son el arte.


Aupémonos, aupemos

la voz del corazón hasta la cima

de ese vitral de azules impasibles.


Estoy desmemoriado

para la desventura y para el luto.

En arrogante ceguedad estoy

contra cualquier amago de tristeza.


Brindo por este sueño cristalino,

bebo a nuestra salud vino inocente,

para estrellar mi copa contra el suelo

de nuestro prodigioso mundo vano.


Aupémonos. Salud. Hasta la cima.


A más ver, a más ser, más aleluya.


(Carlos MARZAL, Fuera de mí, Visor, Madrid, 2004, pp. 78-79)



sábado, 1 de mayo de 2010

LA ENCINA DE JESÚS GARZÓN


La entrada en el mes de mayo ha sido por una verde alfombra bordada de florecillas blancas, violetas, rojas, amarillas..., caminando entre encinas en avanzada floración en las que irrumpía una melopea también multicolor de los pájaros en primavera. Lo anunciábamos en el artículo anterior... Unas treinta personas hemos secundado la llamada del Colectivo y hemos compartido dos horas largas de agradable marcha por una ruta ya conocida, pero engalanada ahora con la luz nueva y los remozados colores de una estación que siempre nos atrae y nos sorprende. Es nuestra Ruta de las Encinas en Primavera. Distinta, pues. Cantuesos y "chupaeras", "paniquesillos" y margaritas, más el espeso encinar y la aromática jara: un inigualable marco natural muy querido para la expansión cordial y el disfrute de la naturaleza. Al cobijo de la majestuosa encina homónima de nuestro amigo Jesús Garzón Heydt, se leyeron poemas dedicados a un árbol que es un elemento capital de nuestra idiosincrasia. Pasó de mano en mano con moderación la bota para acompañar al refrigerio de media mañana. Mediodía era pasado cuando entrábamos de regreso al pueblo por el viejo Coto Escolar.


La flauta y el tambor anuncian ya la cruz de primavera...